El almacenamiento como solución al despliegue de renovables

11 de marzo de 2020

Alcanzar los elevados –y por otra parte imprescindibles e irrenunciables– porcentajes de contribución de las renovables como la eólica y la fotovoltaica a la demanda prevista en buena parte de los Planes de Energía y Clima de los Estados miembros de la UE, plantea importantes problemas de muy diversa índole cuando dichos porcentajes se basan muy mayoritariamente en energías no gestionables.

En efecto, en la mayor parte de los casos contemplamos que sobrará generación en muchas horas del día siendo las exportaciones la solución prevista para parte de esos excesos. Pero parece claro que en el conjunto de Europa no todos pueden resultar exportadores netos.

No obstante, el problema más importante radica en que la abundancia de la oferta, con el actual modelo de mercado, llevará a una gran bajada de los precios, incluso a precios cero, en un número significativamente elevado de horas al año. Por eso será impensable que, a partir de un determinado momento, los inversores acometan esos proyectos a precios de mercado, aunque las tecnologías ya estén hoy en día por debajo de la paridad. Solo será posible, entonces, animar a la inversión con un sistema de subastas que asegure a los inversores pagos por encima de los precios del mercado, es decir, se dará la paradoja de que las tecnologías más baratas, por su gran volumen, serán las que más ayudas necesiten y más coste regulado añadan al sistema eléctrico.

Las tecnologías con almacenamiento que, utilizando el mismo recurso que otras fluyentes, desplazan su generación a franjas horarias en las que no contribuyen a reducir el precio capturado en el mercado por las no gestionables (por ejemplo, la termosolar respecto a la fotovoltaica) permiten reducir esas disfuncionalidades y conseguir, con el mismo porcentaje de renovables en el mix, reducir los costes totales, las emisiones y la necesidad de exportaciones.

En el resto de Europa no saben cómo atajar este problema y los sistemas de almacenamiento que están considerando son muy costosos. En España tenemos la fortuna de poder desarrollar emplazamientos para la instalación de las nuevas centrales termosolares, de mayor potencia y capacidad de almacenamiento, lo que no solo se usará para desacoplar la recogida de la energía solar de su entrega a la red reemplazando a la fotovoltaica cuando el sol se pone, sino que también podrán dar simultáneamente servicios al sistema que requerirían inversiones muy elevadas con otras alternativas.

Dados los plazos de ejecución de estos proyectos debemos empezar cuanto antes para acompasar la entrada en operación de las nuevas centrales termosolares a las necesidades que se irán produciendo por la deseable rápida penetración de las tecnologías no gestionables y por el cierre de una parte de la flota actual de centrales convencionales.

Luis Crespo

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