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Lecciones aprendidas de la subasta solar de Portugal aplicables al caso español, por Gonzalo Martín

30 de septiembre de 2020

La reciente subasta solar en Portugal ha sido la primera que incluía una categoría específica para proyectos solares con almacenamiento. Aunque en principio era tecnológicamente neutra, los requisitos de almacenamiento, al menos un 20% de la capacidad total y duración de 1h a potencia nominal, estaban muy orientados al uso de baterías sobre otras opciones como almacenamiento térmico o hidrógeno. De los 700 MW disponibles, se han adjudicado 670 MW íntegramente en proyectos fotovoltaicos (con y sin almacenamiento) y se ha conseguido la adjudicación más barata a nivel mundial, 11,14 €/MWh. Proyectos bajo el régimen de almacenamiento no tienen directamente una tarifa regulada, sino que reciben una contribución anual por su potencia y los ingresos de la venta de mercado, pero se establece un límite del pool por encima del cual la instalación debe devolver al sistema un 90% de dicho exceso. Por tanto, no se puede comparar directamente con subastas pay-as-bid o con PPAs. El Gobierno portugués, para poder comparar las ofertas, ha diseñado un sistema que evaluaba las ofertas según el valor presente (NPV) de los 15 años de su vida regulatoria. No obstante, los promotores podrían estar pensando en un valor futuro del punto de acceso al que se conectaban que distorsionase su NPV ofertado.

Las principales lecciones aprendidas de la subasta portuguesa al proyecto de subastas españolas son:

  • Es necesario convocar subastas específicas por tecnología permite brindarle al sistema lo que necesite en cada momento. Si se quiere un almacenamiento de rápida respuesta y de corta duración deberían convocarse subastas de baterías, pero no de centrales fotovoltaicas que únicamente amplíen una o dos horas su operación. Si se quiere desplazar la generación solar a horas nocturnas deberán convocarse subastas de plantas que generen exclusivamente a partir de la puesta de sol y con almacenamientos de larga duración, a lo que, hoy por hoy, solo podrían responder las centrales termosolares con almacenamiento térmico en sales fundidas.
  • Al igual que el caso portugués, se considera conveniente subastar potencia, no energía. De esta forma se puede reducir el precio de adjudicación ya que en el caso de subastas de energía, dado que hay diferencias significativas del recurso renovable entre un año y otro, incorporarían un elemento de riesgo que incrementaría el precio de las ofertas.
  • La estabilidad retributiva y la visibilidad sobre futuras subastas son clave para reducir el precio final de la energía, eliminando o mitigando la exposición a mercado y ofreciendo vidas regulatorias largas que permitan amortizar la inversión.

Ahora es el turno de las subastas españolas, y el Gobierno tiene la oportunidad histórica de aprobar e implantar un esquema que sea el nuevo referente renovable en los países de nuestro entorno. Para ello se debe simplificar al máximo el procedimiento y subastar el producto que se necesite en cada momento, ya que a lo largo de los próximos años se irá observando la evolución en costes de cada tecnología, así como las eventuales disfuncionalidades que introduzcan en el sistema. Por tanto, se podrán adaptar los objetivos de contribución de las diferentes tecnologías a las verdaderas necesidades del sistema.

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