Renovables, pieza clave para el relanzamiento de la economía, por Luis Crespo
Estamos sumidos en una profunda consternación por la pandemia y con el profundo dolor de que se nos han ido mayoritariamente aquellas personas que tanto esfuerzo habían dedicado durante toda su vida a alcanzar el nivel de desarrollo actual. Además, tenemos una gran preocupación por el impacto que causará en nuestra economía.
El conocido Green Deal comunicado por la Comisión de la UE al Parlamento y al Consejo a finales del año pasado, antes de conocer el impacto real que la pandemia está teniendo en los estados miembro y, con especial crudeza en el nuestro, tenía como subtítulo de su introducción un mensaje premonitorio: “Convertir un Reto Urgente en una Oportunidad Única”. La urgencia a ojos de la Comisión por aquellos días era la mitigación del cambio climático, que sigue estando ahí, pero a la que se le ha añadido un componente inesperado, el relanzamiento la economía tras el serio impacto que está causando la pandemia.
Voces muy cualificadas de organizaciones, empresas y administraciones europeas y nacionales, con el liderazgo de nuestra Vicepresidenta Teresa Ribera, han señalado el compromiso con la transición ecológica de la economía como la senda en la que deben alinearse las inversiones masivas necesarias para superar la crisis, en línea con los objetivos para Europa identificados en el Green Deal de crecimiento sostenible e inclusivo descarbonizando las actividades que consumen energía.
Dado que la electrificación es una de las vías más inmediatas para descarbonizar determinados usos, descarbonizar la generación eléctrica con el despliegue renovable deberá ser un objetivo primordial.
El objetivo y el reconocimiento de que las tecnologías de generación renovable son la vía a seguir son compartidos en Europa. Sin embargo, los puntos de partida y los recursos renovables son muy diferentes en función de los países, así como las posibilidades de desarrollar emplazamientos adecuados para cada una de las tecnologías, por lo que sus respectivas planificaciones relativas a la flota de generación en el horizonte 2030 también lo serán.
España debe sentirse afortunada, siendo la envidia de otros países, al poder disponer de las condiciones de sol y de emplazamientos que le permiten incorporar una tecnología con soluciones probadas de almacenamiento masivo como son las centrales termosolares. Con ellas se podrá dar respuesta a la gran pregunta de qué tecnología reemplazará a la producción fotovoltaica todos los días a partir de la puesta de sol. Pero también podrán proporcionar servicios de almacenamiento al sistema, a modo de reserva estratégica para los picos de demanda e incluso aprovechar los vertidos, permitiendo un mayor despliegue de las tecnologías no gestionables como la fotovoltaica o la eólica. El resto de países europeos lo tiene más difícil y tendrán que abordar soluciones de almacenamiento mucho más costosas.
Por otra parte, los aspectos de inclusividad, reconocidos a nivel europeo como prioritarios, deben ser tomados en consideración en una transición energética justa como palanca de relanzamiento económico. Por ello, debería analizarse con especial atención el impacto de determinadas decisiones sobre la estructura de la flota de generación futura en la corrección de desequilibrios demográficos de este país.
En este sentido las nuevas centrales termosolares, en cuya tecnología las empresas españolas son líderes mundiales, inyectarían en la economía nacional el 80% de las inversiones, generando un nivel de actividad de cerca de 1000 trabajadores (para plantas de 150 MW) en el emplazamiento durante los dos años que dura la construcción de cada una, junto a una gran actividad en la fabricación de equipos y provisión de servicios de otras regiones españolas. Además, cuando entran en operación se constituyen en empresas de 50 empleados indefinidos y cualificados en zonas de nuestro país de baja densidad poblacional. A título de ejemplo los 5 GW del PNIEC equivaldrían a unas 40 nuevas centrales (de potencia media entre 100 y 150 MW) que, en los territorios donde se instalasen, no serían percibidas como PYMES sino como grandes empresas, induciendo empleo indirecto y contribuyendo con tasas locales, capaces de transformar la vida en esas comarcas.
Y respecto al impacto en el coste de la electricidad, la buena noticia es que en lugares con el mismo nivel de radiación directa como el sur de España, los costes ya están por debajo de los 7 c€/kWh. Es cierto que son más elevados que los de la fotovoltaica (y siempre lo serán) pero atienden a necesidades diferentes del sistema y son los más baratos de cualquier otra tecnología renovable (y siempre lo serán) para reemplazar a la fotovoltaica a partir de la puesta de sol y sin que deflacten los precios capturados por dicha tecnología durante el día, lo cual provocaría mayores costes al sistema. Prestigiosas consultoras han realizado estudios demostrando que el coste total del sistema sería menor con centrales termosolares que sin ellas.
La salida de esta crisis será verde y España es privilegiada por los recursos renovables de que dispone (Viento, Sol, Agua y Biomasa) y por las posibilidades de las tecnologías, de las que no disponen otros países.
Luis Crespo es Presidente de Protermosolar
https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/06/12/opinion/1591974060_150279.html